domingo, 20 de diciembre de 2009

La dieta de Kant II

 
 
 
¡Atrévete a pensar!
 
 
Immanuel Kant. Grabado 



Después de comer, venía el café. En el momento de ser avisado, el sirviente debía echar el café en el agua, y para eso ya tenía que estar molido y el agua hirviendo. Porque, decía el viejo Kant, el café debía ser traído “en el mismo instante”. Se le hacían interminables esos instantes que había que esperar para darle el tiempo de hervir. Había perdido por completo la medida del tiempo, lo que se tradujo en impaciencia. Un breve lapso tenía para él una duración excesiva. Los amigos le decían: Querido profesor, van a traer el café al momento. Kant respondía:

!Van a traer! Eso es lo malo, que van a traerlo.


De todos modos, había una prioridad de los placeres sociales por sobre los sensuales.
La “pequeña sociedad de la mesa” ha de tener por fin el deleite social.

Es importante estar acompañado en la mesa, además, por razones de salud; para no pensar. El tiempo de la comida está dedicado a la restauración. En una comida sin compañía, el estudioso tiende a ocuparse con un pensamiento determinado o con la lectura de libros. Es una de las formas del “pensar a deshora”. Cargar la cabeza y el estómago con dos trabajos al mismo tiempo produce hipocondría. La fuerza vital se desvía del estómago, al que se molesta, por el trabajo de la cabeza. Es preciso una dieta en el pensar. Ésta prescribe paralizar, mediante el firme propósito, el pensamiento intencionado, y dejar que la fantasía actúe libremente. Y la compañía lo favorece.

Después de la mesa, iba Kant de paseo. El paseo es un momento dedicado a la restauración y al ejercicio. Caminaba una hora, despacio y solo. No es tiempo de compañías, ni de pensar. Ocuparse con un pensamiento determinado al andar es otra forma del pensar a deshora. Produce mareo:


“he experimentado en mí mismo y oído a otros a quienes pregunté, que pensar de firme paseando debilita rápidamente. Igual que al comer, hay que dejar que la fantasía actúe libremente. El paseo es saludable, además, porque se puede beber el aire atmosférico a grandes tragos, lo que refuerza la sensación de vitalidad. Pero esto se produce sólo si se inspira por la nariz con los labios cerrados, y no aspirando con la boca abierta. Por eso es de la mayor importancia dietética habituarse en el paseo a respirar por la nariz”
Al regresar Kant se sentaba a su mesa de trabajo hasta la noche.

En su vejez, no cenaba:

En la edad avanzada no es conveniente tomar más de una comida en veinticuatro horas.

 

La vejez rehúsa las comidas sólidas y los líquidos en cantidad –sopas o demasiada agua-. Además, no se duerme bien con tanta agua porque con ello se reduce el calor de la sangre. Se trata, entonces, mediante el firme propósito, de no ceder inmediatamente al acceso de sed.
Kant esperaba la llegada del sueño empaquetado como un gusano de seda en su capullo, porque se envolvía en una manta y, cuando el frío era intenso, usaba dos o agregaba un edredón. El sueño debía llegar precisamente a las diez, sin dilación. Kant había comenzado a padecer insomnio. Tres, por lo menos, eran las causas: sostener un pensamiento excitante, la tos y la sed. Estas últimas se presentaban poco después de apagar la luz y echarse en la cama. El sentimiento patológico del insomnio fue vencido. El consejo dietético general contra el insomnio es desviar la atención del objeto en cuestión y fijarla, con esfuerzo y mediante el firme propósito, sobre cualquier otro. Un cuarto de hora antes de dormir procuraba apartar todo pensamiento. De igual modo había conseguido desviar la atención del estímulo de la tos. Y en cuanto a la sed, en vez de ir a oscuras a otra habitación buscando a tientas la jarra y el vaso, consiguió, con gran esfuerzo, beber aire por la nariz, respirando fuerte varias veces elevando el pecho, y en pocos segundos la sed desapareció completamente. De todos modos, si por la noche tenía necesidad de levantarse y salir de su habitación, tenía para guiarse una cuerda que ataba cada noche a uno de los barrotes de la cama y conducía a la habitación contigua. Y así cada pequeña acción, cada pequeño gesto, respondía a un plan.



Aquí termina un día en la vida de Kant.

Falleció un doce de febrero de 1804, dos meses antes de cumplir ochenta años. Fue ciego los últimos tres años de su vida.
Sus últimas palabras:

“está bien” o “es suficiente”.

Descanse en paz (perpetua).

 
 
 
 

sábado, 19 de diciembre de 2009

La dieta de Kant I





Casa de Kant en Königsberg



Immanuel Kant (Königsberg, actual Kaliningrado 1724-1804) fue el más grande filósofo de la Ilustración, fundador del Idealismo Trascendental, llamado también Filosofía crítica. No obstante su idealismo, Kant prestó atención a su cuerpo como ningún otro filósofo de su talla.

Conocer un día en la vida de Kant es tener una idea bastante aproximada de cómo vivió, porque ese día se repite infinitamente.

Las acciones se inscriben en una rutina. Sólo algo demasiado importante puede alterar esta “regularidad matemática”: sólo dos veces dejó de hacer su itinerario habitual: una para quedarse leyendo el Emilio de Rousseau; otra para recibir anticipadamente la prensa francesa que traía noticias de la Revolución. La repetición alcanzó incluso los gestos mínimos en los últimos días de Kant: se aflojaba y ataba el pañuelo del cuello o el cinturón de la bata veinte veces en un minuto.

En las lecciones conocidas como Pedagogía, Kant habla de la importancia de la disciplina. Y hay que tener en cuenta la importancia de esta palabra, disciplina, también en su vida. Kant decía que una cama dura es mucho más sana que una blanda, y asimismo, que una educación dura (que impide la comodidad) hace fuerte al hombre.

Kant se dormía a las diez y se levantaba a las cinco. El sueño no debía durar más de siete horas. Cinco minutos antes de las cinco escucha la voz militar de Lampe:

“¡Señor profesor, es la hora!”.


Lampe había servido en el ejército prusiano y al licenciarse entró al servicio de Kant.

Desayunaba con dos o tres tazas (a veces más) de té muy flojo. Luego fumaba una pipa de tabaco, la única que se permitía en todo el día. A las siete daba sus lecciones. Regresaba a las nueve. Entre las nueve y la una se ocupaba de sus trabajos.

 
 
 

 
Este elocuente cuadro le fue encargado en 1892 por el senador prusiano Dr. W. Simon, quien lo adquirió con el fin de obsequiarlo al Ayuntamiento de Königsberg. El cuadro lleva el título Kant y sus convidados por la obra literaria en que está basado, que describe las comidas dominicales que Kant gustaba de ofrecer en su casa y que llegaron a ser célebres entre las personas cultas de la ciudad. Su autor, Christian Friedrich Reusch, sólo fue invitado personalmente a las últimas de estas célebres tertulias, hacia el final de la vida de Kant.

Almorzaba a la una. Una menos cuarto en punto se levantaba de su sillón y tomaba una copa de vino de Hungría o del Rhin, un cordial, o el compuesto inglés llamado “Bishop”.

En 1798 Kant tuvo su casa propia e invitaba diariamente a su mesa a algunos amigos, tres, cinco, nueve. Por principio debían ser diez, sin contar al anfitrión. La compañía no debía “estar por debajo del número de las Gracias ni por encima del de las Musas”, (tres o nueve), ¿para qué?, para que no se estanque la conversación. El anfitrión -y a Kant le gustaba serlo- debe hacer que la conversación se mantenga en marcha constante, remediando cualquier contingencia desagradable que pueda surgir y que hace que nadie se atreva a proponer algo nuevo. 


 



La sobremesa se prolongaba desde la una hasta las cuatro o cinco de la tarde. La mesa constituía los placeres sensuales y los sociales. Dice en la Antropología que una buena comida en buena compañía concuerda con la humanidad. La humanidad es la combinación, en la práctica, del bien físico y el bien moral; une el bien vivir con la virtud en el trato social. La combinación proporcionada de ambos bienes proporciona una felicidad pulida. Es así que en la mesa puede insinuársenos cotidianamente nuestro destino.

Empezaba generalmente sus comidas con pescado y agregaba mostaza a casi todos los platos. Le gustaba mucho la manteca, así como el queso rallado, sobre todo, el queso inglés, aunque decía que estaba artificialmente coloreado… Adoraba el bacalao:
 

"Comería, decía, un plato lleno, aún después de la comida".



Salsa de mostaza


Kant masticaba la comida durante mucho tiempo para no ingerir más que el jugo… Tenía dientes muy malos y le causaban muchos problemas. Bebía un vino tinto muy liviano, en general de Medoc, y ponía una botellita junto al cubierto de cada invitado: eso bastaba en general, pero también bebía vino blanco, cuando el tinto le hacía un efecto demasiado astringente.




Fuentes







 

Postre de sandía







Copa de yogur, leche condensada y sandía


Programa Canal Cocina, del cocinero Iñaki Oyarbide.


Ingredientes

3 yogures mousse
2 dl de leche condensada
100 g de sandía sin pepitas cortada en dados de 1x1 cm.
15 g de azúcar glass.

Preparación de la receta

Verter la leche condensada al fondo de las copas. - Disponer encima el yogur y el azúcar glass. - Encima decorar con los dados de sandía. - Servir frío.
 Muy fácil y exquisita.




 

jueves, 17 de diciembre de 2009

Naturalezas muertas de Frida Kahlo

 
 



Algunas naturalezas muertas, entre otras obras, de Frida Kahlo, acompañadas por la cantante mexicana Lila Downs: Paloma Negra
 
Una ranchera deliciosa.
 
 
 
 

martes, 8 de diciembre de 2009

Las sandías de Frida Kahlo



Viva la vida, Sandías. Frida Kahlo




Frida Kahlo (1907-1954). nació en Coyoacán, en el sur de Ciudad de México. A los 16 años, cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria de esta ciudad, resultó gravemente herida en un accidente de camión y comenzó a pintar durante su recuperación. Tres años más tarde, le llevó a Diego Rivera algunos de sus primeros cuadros para que los viera y éste la animó a continuar pintando. En 1929 se casaron.

Adoptó el empleo de zonas de color amplias y sencillas plasmadas en un estilo deliberadamente ingenuo. Al igual que Rivera, quería que su obra fuera una afirmación de su identidad mexicana, por ello recurría con frecuencia a técnicas y temas extraídos del folklore y del arte popular de su país. Más adelante, la inclusión de elementos fantásticos, claramente introspectivos, la libre utilización del espacio pictórico y la yuxtaposición de objetos incongruentes, realzaron el impacto de su obra, que llegó a ser relacionada con el movimiento surrealista.



Viva la vida, Sandías



Fue su última obra, realizada en 1954.

En los últimos años de su vida, Frida pintó muchas naturalezas muertas. Durante este periodo sufría dolores tan fuertes, que era incapaz de salir de casa o incluso levantarse de la cama. Sus naturalezas muertas usualmente muestran las frutas que ella arreglaba en su mesilla de noche. Ocho días antes de su fallecimiento, Frida añadió un toque para acabar esta naturaleza muerta, que muestra la pulpa escarlata de una sandia cortada a rodajas contra un fondo, señalando la dualidad vida/muerte, un cielo medio iluminado y medio oscuro. Por ultima vez, Frida introdujo su pincel en la pintura roja para escribir su nombre y "Coyoacán, 1954, México" en una de las rodajas de sandía. Entonces, en letras mayúsculas, escribió la frase cuya fuerza hace que Frida y su leyenda vivan:


"VIVA LA VIDA"


Unos días después murió, a los 47 años de edad, a causa de una neumonía.






viernes, 16 de octubre de 2009

Rostros de mujer en el arte







Un magnífico vídeo de rostros de mujer en la Historia del Arte, desde el Renacimiento hasta la época contemporánea. La música de Juan Sebastian Bach, Sarabande, corresponde a la Suite para Cello nº 1 en G mayor, interpretada por Yo-Yo Ma, uno de los mejores violonchelistas del mundo.


Si queréis ver los detalles de los pintores y títulos de los cuadros, mirad aquí

sábado, 5 de septiembre de 2009

Música para septiembre: Chopin, Tristeza




 

La escuché este verano en un marco incomparable: la Colegiata de Santa María de Arbas. Una de las obras más hermosas de Chopin: Tristeza, bellísima (Estudio Opus 10 nº 3).
 
Lo que hace este estudio particularmente notable es la nostalgia y la emoción que fluyen a través de la música. Se dice que Chopin consideró esta obra como la más íntima de cuantas compuso, y proclamó que "nunca en toda mi vida he sido capaz de encontrar de nuevo una melodía tan hermosa". Durante una lección con su discípulo Adolf Gutmann, Chopin comenzó a llorar y gritó: "¡Oh, mi patria!". Es una de las mejores expresiones del amor que sentía por su Polonia natal.




 

Tarta de zanahoria y coco





 
 
Esta tarta la conocí este verano (me la enseñó mi prima), en principio los ingredientes me parecían extraños para combinarlos, pero lo cierto es que resulta exquisita.


Ingredientes
 
½ kg. de zanahorias·
200 gr. de coco·
175 gr. de azúcar·
10 bollos suizos o pan de leche· (puede hacerse también con sobaos pasiegos)
Un chorreón de coñac (se puede utilizar también whisky o ron)


Preparación

 
Pelamos y cortamos en trozos grandes las zanahorias y las ponemos a cocer en un poco de agua hasta que estén blandas. Una vez cocidas las pasamos por el pasapurés, las ponemos en un bol y añadimos el azúcar, el coco rallado, menos un poco que reservamos para después decorar la tarta, y el chorreón de coñac. Lo mezclamos todo muy bien y nos quedará una crema espesa y jugosa para que se impregnen los bollos. Cortamos los bollos en tres partes longitudinalmente (también se pueden abrir por la mitad), y vamos colocando la primera capa de la tarta con la parte baja de los bollos en un molde de unos 24 cm. Cubrimos toda la base, encima ponemos una capa de la crema de zanahorias y coco, continuamos con otra capa de bollos (la parte alta), otra de crema y finalizamos con otra de bollos. Lo presionamos bien con las manos, ponemos un plato encima con algo de peso y lo introducimos en la nevera. Al día siguiente lo desmoldamos dándole la vuelta, y lo cubrimos con el resto del coco rallado que habíamos reservado.
 
La tarta estará fresquita y deliciosa.
 
 
 
 
 

viernes, 7 de agosto de 2009

El desayuno en el Arte I




Desayuno con pájaros. Gabriele Münter (s. XX Expresionismo. Alemania)



Desayuno en el jardín. Giuseppe de Nittis (s. XIX Impresionismo. Italia)



Juegos a la hora del desayuno. Charles West Cope (s. XIX  Época victoriana. Inglaterra)



Desayuno. Pierre Bonnard (finales del s. XIX. Nabis. Francia)



Desayuno de la condesa Adéle. Toulouse-Lautrec ( s. XX  Postimpresionismo. Francia)



En el desayuno. Lauritz Ring , conocido como La Anillo (s. XX. Escuela danesa)



Papilla de avena para el desayuno. Morgan Weistling ( s. XX. Estados Unidos, Norteamérica)



La hora del desayuno. Carl Vilhelm Holsoe (Escuela danesa. s. XX)



Desayuno al aire libre. William Merrit Chase (s. XIX  Impresionismo. Estados Unidos,  Norteamérica)



Desayuno en el jardín. Frederick Carl Frieseke. (s. XIX Impresionismo. Estados Unidos, Norteamérica)



Habitación con desayuno. Pierre Bonnard  (finales del s. XIX. Nabis. Francia)



Desayuno. Juan Gris (s. XX Cubismo. España)



El desayuno francés. Childen Hassan (s. XIX. Impresionismo. Estados Unidos, Norteamérica)



Desayuno. Boucher (s. XVIII  Rococó Francia)



La mesa del desayuno. Henry Silkstone Hopwood (s. XX Inglaterra)



Desayuno en la Alhambra. Mariano Fortuny (s. XIX Impresionismo, España)



Desayuno. Monet (s. XIX  Impresionismo.  Francia)



Sirviéndose el desayuno en la cama. Mary Cassatt (s. XIX Impresionismo. Estados Unidos, Norteamérica)





sábado, 1 de agosto de 2009

Bodegones de Renoir




Naturaleza muerta con fresas



Naturaleza muerta con taza azul



Naturaleza muerta con vaso y limón



Naturaleza muerta con melón y tomates



Naturaleza muerta con peras y manzanas



 Naturaleza muerta con peras y manzanas



Naturaleza muerta con limones y naranjas



Naturaleza muerta con fresas



Naturaleza muerta con frutas del Mediterráneo



Naturaleza muerta con melón



Naturaleza muerta con melocotones



Naturaleza muerta con higos y granadas



Naturaleza muerta con manzanas y naranjas



El plato con ciruelas



Naturaleza muerta con cebollas



Naturaleza muerta con flores y frutos




"He estado cuarenta años para descubrir que el rey de todos los colores es el negro".

Pierre Auguste Renoir




Pierre Auguste Renoir (1841-1919) es un pintor impresionista. Muestra una gran originalidad creativa a lo largo de su vida, llegando a pintar más de cuatro mil obras.

En Renoir no hay narración, ni grandes temas, ni mensajes que adivinar. Todo en sus obras es claro, sencillo y directo.
Sus temas son amables y alegres, por lo que ha recibido el calificativo de "pintor de la alegría". Las obras se revisten de gran colorido, capta lo instantáneo y huye de lo serio y trascendente. Gleyre, pintor contemporáneo suyo, le reprochó que pintaba sólo por divertirse, a lo que Renoir respondió que naturalmente, y que si el pintar no le hubiera divertido, nunca lo hubiese hecho.


Su filosofía queda resumida en este texto:

"Hoy día se quiere explicar todo. Pero si se pudiera explicar un cuadro, no sería una obra de arte. ¿Debo decirle a usted qué cualidades constituyen a mi juicio el verdadero arte? Debe ser indescriptible e inimitable... La obra de arte debe cautivar al observador, envolverle, arrastrarle. En ella comunica el artista su pasión; es la corriente que emite y por la que incluye el observador en ella. Yo pongo ante mí el objeto tal y como yo lo quiero. Entonces, empiezo y pinto como un niño. Me gustaría que un rojo sonara como el tañido de una campana. Si no lo consigo la primera vez, tomo más rojo y otros colores, hasta que lo tengo. No soy más listo. No tengo más reglas ni métodos. Cualquiera puede probar el material que uso o verme mientras pinto: se dará cuenta de que no tengo secretos".






miércoles, 29 de julio de 2009

Desayuno con diamantes: escena en la cocina












Desayuno con diamantes tiene su punto de partida en una breve novela de Truman Capote, Desayuno en Tiffany's (1958), un irónico cuadro que satiriza los ambientes neoyorquinos intelectualoides de finales de 1950.

A quien más se parece la protagonista (Holly Golightly) es sin duda a su propio creador, pues en ella insufló Capote su misma filosofía, temores y ansiedades, aquellas que la protagonista curaba cogiendo un taxi y yendo a Tiffany's, pues, como ella misma afirma en esta escena fundamental del film, "nada malo puede sucederte allí".
La cinta habla de muchas cosas, de sueños inalcanzables que se desvanecen con el amanecer, de los retos y los miedos, de la necesidad de sobrevivir en medio del caos y el anonimato de la gran ciudad (una anonimato que simboliza el gato, sin nombre y sin dueño, pero del que Holly no consigue desembarazarse), y presenta la parte más amarga de quien sólo busca la felicidad en el lujo y el confort. Frente a esto, los diamantes simbolizan la estabilidad, lo que nunca cambia, la seguridad.

Una película crítica, en ocasiones agria, pero muy tierna y romántica. Para ver ...






Desayuno con diamantes













Un taxi cruza al amanecer la Quinta Avenida de Nueva York. De él se apea una muchacha vestida con un elegante vestido negro hasta los pies (el vestuario es de Hubert de Givenchy, un nombre insustituible tratándose de Audrey Hepburn).
Se detiene ante el escaparate de la joyería Tiffany´s, y mientras contempla los diamantes, desayuna café con leche y un croissant ...
Inolvidable y ya clásica cinta dirigida por Blake Edwards, con la célebre y maravillosa música de Henry Mancini. La película ganó dos Oscars, a la mejor música, de Henry Mancini y a la mejor canción original, la ya mítica "Moon river" de Mancini y Johnny Mercer.







domingo, 26 de julio de 2009

Los bodegones de Matisse: un canto al color

 
 
 
Armonía en rojo
 
  
 
Bodegón con limones
 
 
  
Bodegón con La Danza



Tocar el piano y bodegón



 Naturaleza muerta con berenjenas 



Naturaleza muerta con naranjas

 

 
 Naturaleza muerta con ostras



Interior amarillo y azul



El pintor francés Henri Émile Benoît Matisse, nació el día 31 de diciembre de 1869 en Le Cateau-Cambrésis, una pequeña localidad al norte de Francia. Muere en Niza en 1954. Considerado uno de los grandes pintores del siglo XX.
 
Reconocido como un líder del Fauvismo, denominado de esta forma (les fauves, literalmente "las bestias salvajes") por su expresividad cromática y por la distorsión de las formas. Sus obras se caracterizan por una gran luminosidad; decían de él que llevaba la luz dentro y la trasladaba a sus cuadros mediante sus pinceladas sueltas y libres.
 
Un canto al color son los bodegones de Matisse. Él mismo dijo que:
 
"oyó cantar los colores..." 


Sus colores son como notas de música que componen una canción para los ojos.
 
Él mismo señala: 

"En pintura, los colores tienen su fuerza y elocuencia cuando se los emplea en estado puro, cuando su brillo y pureza no son alterados, rebajados por mezclas extrañas a su naturaleza (el azul y el amarillo, que hacen el verde, pueden yuxtaponerse, pero no mezclarse; si no, se puede emplear el verde tal como la industria nos lo fabrica. Lo mismo que para el color naranja, la mezcla del rojo y amarillo sólo da un tono sin pureza, ni vibración). Es evidente que los colores empleados en estado de pureza o degradados con blanco pueden dar más que puras sensaciones retinianas, ya que esos colores son el producto del aprovechamiento de la riqueza cerebral de quien les dio vida".

"Con los colores se pueden conseguir efectos encantadores... basta que se junten o se alejen..."

Un torrente de colores no tiene fuerza. Su culminación sólo se da cuando está organizado, cuando responde a la intensidad emocional del artista. Son obras muy bien estructuradas, muy estudiadas y trabajadas, aunque, aparentemente, puedan parecer simples, casi pintadas por un niño:
 
"Tenemos que ver toda la vida como si fuéramos niños".

Existe una anécdota que viene a cuento. En una ocasión, estando en un café con un amigo,  realizó un apunte de una figura femenina en un momento. Su amigo le dijo: “puedes vender este dibujo por mucho dinero y ¿cuánto te costó hacerlo? Unos cuarenta años”, respondió Matisse.




Naturaleza muerta con jacinto

 

Sus temas pretenden transmitir sensaciones calmantes a través de una gama cromática de colores planos, donde el amarillo de los limones o el naranja de las naranjas (colores cálidos) acercan el cuadro al espectador, que contrasta con las tonalidades frías de los azules. Es un gran conocedor de los misterios del color:
 
"Sueño con un arte de equilibrio, de tranquilidad, sin tema que inquiete o preocupe, algo así como un lenitivo, un calmante cerebral parecido a un buen sillón".

Ésta fue la filosofía aplicada en sus lienzos.

Las obras en las que aparece la figura humana, no pueden considerarse, en sentido estricto, como bodegones, aunque estos ocupan un lugar preferente dentro del cuadro, aportando un sugerente contraste cromático.